lunes, 21 de marzo de 2011

CONTRADICCIONES INJUSTIFICABLES

  
     En esta entrada querría comentar el comportamiento de un profesor, que desde mi punto de vista, contradice bastante el temario que imparte. Como exalumna suya que he sido, recuerdo que algunas de clases se orientaron entorno a “la libertad de expresión”, y también, su insistencia en la importancia y mantenimiento de su límite.

     Desde entonces comprendí que mis comentarios podían herir a personas con otra ideología política, con una visión diferente de la realidad, con otras creencias religiosas,…todo dependía del uso que se le diese. La libertad podría ser un libro abierto si únicamente pretendía opinar, ya que a fin de cuentas es en el debate y el diálogo donde nuestras ideas se consolidan; o por el contrario podría ser un puñal que se clava en la dignidad del compañero.

     Me ha sorprendido comprobar que había excepciones en esta definición, al parecer existen ciertos temas que no merecen el respeto  de la sociedad. ¡Qué lástima! Pensaba que los hombres por fin habían superado las diferencias que les separaban.

     Finalmente sólo querría decir que el motivo de esta entrada no tenía el fin de criticar o humillar al profesor en cuestión, simplemente quería manifestar mi desengaño y desaprobación respecto a su última publicación en su blog. Creo que precisamente por la labor educativa que desempeña debería, en primer lugar, promover el respeto entre los alumnos del centro, y en segundo lugar, me parece casi necesario que predique con el ejemplo sus clases teóricas de libertad.

2 comentarios:

  1. Y acabo con una referencia a tu último párrafo. Por supuesto que debo "promover el respeto" entre los alumnos" y "predicar con el ejemplo". En mi “labor educativa”, como tú dices, no falto en ningún momento a esos deberes. Pero resulta que, por difícil que os resulte de creer, al menos por lo que parece según lo que estoy viendo, los profesores no sólo somos profesores, también tenemos otras facetas y hacemos otras cosas en nuestra vida. No os pertenecemos en exclusiva. Te rogaría que te detuvieses a pensar en una cosa: plantéate que lo que me estás reprochando, independientemente ya de que lleves o no razón en ese reproche, es algo que llevo a cabo fuera de los límites del entorno escolar y de mi actividad docente y, lo que aún es más importante, ajeno totalmente a mi relación con la comunidad educativa. Y a eso sí que no tienes derecho: a apelar a tu condición de alumna para pedirme cuentas sobre lo que hago o dejo de hacer en esas circunstancias. Esos "promover el respeto" y "predicar con el ejemplo" sólo se me pueden exigir dentro de esos límites. Hacerlo más allá no es sino una intromisión intolerable y, usando el mismo término que tú, injustificable, en mi vida y actividad extralaboral. Pero, quién sabe por qué extraña mentalidad subyacente (aunque la sospecho teñida de provincianismo), parece que más de uno se está considerando con ese derecho, y por este hecho yo sí que debería esperar una disculpa.

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  2. Perdón, algo raro ha pasado. El comentario anterior debería ir a continuación de éste. Léase así.

    Hola, soy el aludido, espero que se me permita responder en calidad de tal. Habría muchas cosas que discutir al respecto de este caso, y así se está haciendo en mi propio blog, pero aquí me voy a limitar a ceñirme al punto que tú presentas, intentando ser lo más breve posible.

    Me acusas de una falta de coherencia entre lo expuesto en mi papel como docente y mis actitudes personales.

    Esa coherencia no tiene por qué existir. Reclamarla, y por lo tanto reprochar su falta si se considera que no existe, es ilegítimo (no tienes derecho a ello) y un sinsentido (supone que no entiendes bien cuál ha de ser el papel y la labor del profesor). Mi deber laboral no es el de adoctrinar en ideas y actitudes que yo haya de compartir necesariamente, sino transmitir unos contenidos de la manera más objetiva posible (y reto a cualquiera a que demuestre que no lo he hecho y hago siempre así). Considero un imperativo que mis posturas personales no se trasluzcan en el aula, y mal profesor sería si cayera en ello, que es precisamente lo que parece que tú consideras apropiado.

    Esa incoherencia no existe. Como no lo explicas en tu texto, permíteme que mencione cuál es el motivo del "conflicto". En una entrada de mi blog realizo, con el recurso premeditado y consciente al humor de sal gruesa, lo que podríamos llamar un "corte de mangas" dirigido a los que denomino como "meapilas". Consulta el diccionario, por favor. Según el DRAE, "meapilas" es "hipócrita que aparenta ser devoto". Ya que en tu artículo haces referencia a mis clases, al menos hazlo correctamente. Intenta recordar que en ellas se dijo que el único límite a un derecho de la persona, como es el de la libertad de expresión, lo ponen los restantes derechos de la persona. Que yo sepa, ser hipócrita no se considera un derecho humano. En esa entrada de la discordia no existe, por mucho que algunos se estén esforzando en verlo, ningún atentado contra la persona de nadie, sino la crítica y el ataque a unas ideas y actitudes. Ideas y actitudes sostenidas, evidentemente, por personas, como ocurre con todas las ideas. Pero ¿no deberíamos entonces, porque las sostienen personas, tener derecho a criticar ni atacar ninguna idea y actitud? ¿Quieres decir que faltaría el respeto personalmente a un racista, a un xenófobo o a un homófobo si les atacara como tales y que no hay que hacerlo porque se pueden sentir “heridos”? Esto, desde luego, sí es todo lo opuesto a lo que intento transmitir en mis clases. Quizás el problema, entonces, no resida en que yo me contradiga con lo dicho en mis clases, sino en que tú no las entendiste bien.

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